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24 de marzo de 2017 11:09

En la Lucha, soplando al cielo

Isabel Falcón, Rosa Vilca y los respectivos hijos viven en zona de riesgo. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Isabel Falcón, Rosa Vilca y los respectivos hijos viven en zona de riesgo. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Redacción Últimas Noticias

A diferencia de otros casos, Isabel Falcón y Rosa Vilca no sostienen que ‘ahí nacieron y ahí morirán’. Las dos cabezas de hogar quieren que les reubiquen, viven en zozobra, rogando que no llueva.

Las hermanas de madre habitan junto con sus hijos al borde de la quebrada Capulí, en la Lucha de los Pobres Baja. Apenas el miércoles, las aguas pasaron rozando la propiedad.

Cuando crece el río, esta familia queda, literalmente, encerrada. La única salida está desgastada, el camino es de poco menos de medio metro de ancho. Y para salir o entrar deben agacharse para esquivar la cinta de ‘peligro’, que colocó el personal de emergencia que acudió al lugar.

Cuando llueve, las mujeres optan por evacuar solitas, sin que nadie se los pida. A Rosa le toca salir con su bebé recién nacido en brazos. La casa de su madre o la de algún vecino son las primeras opciones.

Años atrás, en el 2005, el agua se metió hasta la casa y la pared frontal de la vivienda se fue abajo. “Nos quedamos con lo que teníamos puesto”, recordó Rosa.

Esta vez ya no quieren arriesgarse y hasta las cosas de valor han encargado. El mayor pedido es que el Municipio las reubique, al menos, para poder dormir con calma.

En la Lucha de los Pobres, la historia de desbordamientos es larga. El caso de las hermanas no es el único que se incluye en la lista de emergencias. En el 2011, relata Dolores Pacheco, moradora del lugar, el agua salió hasta la Maldonado. Palos, mesas y hasta animales pasaron por las casas.

Luego se construyó el colector y mejoró la situación, pero el peligro no ha desaparecido. Antaño, “cuando recién invadimos”, según dijeron, era peor. Aunque en un aguacero fuerte, hasta la actualidad, ven pasar animales muertos. Un día, relató otra moradora, Valeria Mena, en la correntada bajó una vaca.

La Escuela Francisco Javier Salazar también sintió los estragos del invierno. Hasta tuvieron que evacuar a los guaguas, por precaución. En el plantel hoy, al igual que ayer, no hay clases. Así se informó mediante un cartel en la puerta principal.

Hasta el sitio fue personal de la Administración Zonal Eloy Alfaro y de la Agencia Metropolitana de Control. Todos fueron a evaluar para definir las medidas.
Mientras tanto, Isabel, Rosa y el resto de vecinos de la Lucha de los Pobres se quedaron con el pendiente y soplando al cielo para que no llueva.