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6 de diciembre de 2016 12:44

Sin canelazo no hay fiesta quiteña

Se puede encontrar canelazos en sitios turístico como La Ronda. Foto: Archivo / ÚNa

Se puede encontrar canelazos en sitios turístico como La Ronda. Foto: Archivo / ÚN

Soraya Quillupangui

El canelazo es un néctar caliente. Se lo toma soplando, soplando y a sorbos. Es dulce y con sabor a aguardiente que los quiteños beben mientras festejan la fundación española de la capital del Ecuador.

En algún momento de la historia de Quito alguien imaginó una bebida caliente. Una bebida con la que el cuerpo se sacude, abrigándose, en las noches de fiesta y de bohemia, una bebida para ahuyentar el frío que llega con la noche, el viento o la neblina.

El historiador Javier Gomezjurado Zevallos cuenta que el canelazo es una antigua bebida de la Sierra ecuatoriana, que más o menos debió surgir en la época colonial, entre los estratos socioeconómicos bajos y medios; principalmente por su forma sencilla de elaborar.

El canelazo fue muy apreciado por los indígenas y mestizos en la época colonial, y durante la época republicana se lo denominaba también ‘agua gloriada’ o ‘agüita de azúcar’. Con el paso de los años, esta bebida fue tomando prestigio y las celebraciones giraban en su entorno.

El historiador explica que es importante entender que cuando comienzan a institucionalizarse las fiestas en Quito a partir de los años 60, el canelazo se torna en el eje fundamental de lo que representa la celebración.

En esos años la bebida era elaborada por las señoras del barrio y ofrecida de manera gratuita en los días de festejos. Ya en los años 70, aproximadamente, se comienza a comercializar el canelazo.

“Fiestas de Quito sin canelazo no podrían existir. Necesitamos esta bebida para alegrarnos en el marco de la fiesta, del baile, de la broma, del juego. En
el marco inclusive del coqueteo que se produce en las fiestas quiteñas”, comenta Gomezjurado.

Antes, en el ‘Amazonazo’ y el ‘Chavezazo’, bailes tradicionales de las fiestas de Quito, se encontraban los barrios, los vecinos que festejan al son de la orquesta o de la banda de pueblo. El canelazo junto con la serenata, el ecuavóley, el cuarenta, la sal quiteña y los cachos son parte esencial de la celebración.

“Hoy en fiestas más modernas, ya sin orquestas, pensamos que cambia pero no cambia”, dice Gomezjurado, porque se sigue manteniendo la misma esencia de festejar la fundación, de integrar a la gente, de unir a la comunidad, de socializar y donde no puede faltar el canelazo.