placeholder
Noticias
6 de marzo de 2017 11:26

Paluguillo, sitio de pura agua

Un grupo de visitantes constató la importancia de los páramos para el abastecimiento del agua. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Un grupo de visitantes constató la importancia de los páramos para el abastecimiento del agua. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

¿De dónde viene el agua? Algunos dirían que del grifo, pero en realidad es del páramo. En el Distrito Metropolitano de Quito hay varios lugares, uno de ellos es el Área de Conservación Paluguillo.

Acceder a esta área hídrica de 857 hectáreas es fácil. Solo es cuestión de ir por la vía Pifo-Papallacta, y tras una hora de viaje se llega al lugar. Ni bien se pone un pie en la reserva se siente un viento gélido. ¡Achachay!

Unos minutos después, de lejos se observa una pequeña estancia rodeada de árboles con ramas amorfas y un olor a musgo y lluvia. Allí, con chompas gruesas, están dos guardaparques.

Dirigiéndose a los forasteros, solitos comienzan a contar que esta reserva, administrada por el Fondo para la Protección del Agua (Fonag), es un lugar del cual se puede aprender muchísimo. Y los guambras de escuelas y colegios son los más entretenidos.

Fernanda Olmedo, coordinadora del programa de Educación Ambiental del Fonag, agrega que el espacio es ideal para sensibilizar a la población sobre la importancia del agua dulce y su manejo sostenible.

Cuando deja de hablar, invita a descubrir de dónde mismo viene el agua y cuál es el papel del páramo. Antes hay que pedir permiso, a través de una ceremonia, a la montaña Alpatola. Esa actividad se la hace en una especie de tentadero, rodeado de orejuelas, valeriana, iwilan, romerillo y sachamanzana.

Son las 09:00 del jueves, casi a seis grados centígrados, y se escucha el cuento de una de las técnicas del Fonag. Dice que cada apu-montaña tiene algo en común: sus guardianes.

Ahí está el Sacha Runa, un personaje cubierto con musgo y pajonal, que cuando siente las malas intenciones de un hombre trae la neblina para cubrirla con ese velo gélido. También están los jambatos, sapitos que anuncian la lluvia.

Tras esa narración, suena el huayra. Y los forasteros se encaminan a ver los ojos de agua y las almohadillas; o sea, a conocer más a fondo el páramo y se internan en el bosque de polylepis (o el árbol colorado). Pero lo hacen a tientas, pues llevan sus ojos cubiertos.

Luego, los visitantes suben por un camino de piedras que lleva hasta la peña de gavilanes. Se encuentra con el quishuar y los riachuelos. Posteriormente, con un barreno, se toma una muestra de suelo para explicar el origen del agua.

Y la verdad es cristalina: el páramo es vital y hay que protegerlo. Es que el agua se acumula en los manantiales, luego el líquido baja por los arroyos hasta el Cariguayco. Justamente de este río se capta el agua para la planta de Palagullo, la cual abastece de agua a los habitantes del nororiente del Distrito de Quito.