Los ñaños Orozco viven por el baloncesto
En las gradas del céntrico coliseo Julio César Hidalgo se podía escuchar clarito la voz de Cristian Orozco, jugador de Liga de Quito, dando indicaciones a Alexander, su hermano menor que debutó a nivel de interclubes y es rival en el torneo provincial de baloncesto.
El quiteño, de 23 años, llegó tempranito al escenario de la calle Olmedo para ver jugar a sus ñañitos Wilson y Alexander. Ellos militan en el club Récord, una filial del poderoso equipo ambateño Importadora Alvarado.
Wilson, además de ser ala pívot de su equipo, es el coordinador y el hermano mayor. Gracias a él, la familia Orozco pudo cumplir el sueño de ver a sus tres representantes en el torneo interclubes. Antes solo había compartido cancha con Cristian.
Cuando no les toca enfrentarse, hay armonía. En casa solo hablan de baloncesto. Wilson y Cristian se han transformado en guías deportivos del benjamín de los Orozco.
“Ellos son mi guía. Me enseñan todo el tiempo cómo debo pararme en la cancha”, dice el guambrito de 17 años que hace dos semanas quedó campeón del intercolegial con el Cardenal Spellman. Un título también heredado por sus hermanos.
“En mi casa siempre se respiró baloncesto. Mi mami (Marlene López) fue jugadora a nivel nacional en su juventud y ella nos inculcó el amor a este deporte”, dice Wilson.
A estos hermanitos la canasta los une y los separa. Cuando no son rivales, pueden conversar de todo. Por lo general hablan de la NBA, de sus equipos favoritos y de los torneos que juegan habitualmente en el barrio o en distintas ciudades de la provincia. Pero cuando se enfrentan, se transforman. Dejan a un lado su hermandad y van con todo por los puntos.
“Tenemos bastantes cosas en común. Hablamos de este deporte todo el tiempo. Aunque se acaben los partidos en los que jugamos seguimos discutiendo de jugadas. Queremos mejorar”, dice Wilson.
