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17 de agosto de 2020 15:21

100 tesoros se recuperan en la ‘U’

Técnicos de la Central y de Artecuador. Fotos: Cortesía de la Universidad Central

Técnicos de la Central y de Artecuador. Fotos: Cortesía de la Universidad Central

Betty Beltrán. (I)

Una letra clásica y gótica tuvo Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Se llega a esa conclusión mirando uno de los 100 libros históricos que, hasta fin de año, se recuperarán en la Universidad Central del Ecuador (UCE).

Esa emblemática colección documental está siendo intervenida a través del proyecto Conservación Emergente de la Colección de Bienes Documentales de la Biblioteca de la institución. El proyecto lo lidera María del Carmen Gaibor, directora del Sistema Integrado de Bibliotecas (SIB).

Y lo hace de la mano de la Fundación Conservartecuador que consiguió, junto a la UCE, la donación de 18 900 euros de la Fundación Gerda Henkel Stiftung de Alemania para la recuperación de una colección de Eugenio Espejo. La ayuda también viene de la Fundación de Alexander Von Humboldt y de la U. San Gregorio Magno (antecesora de la Central).

La UCE tiene 23 mil libros históricos, y 100 de ellos entraron al quirófano para ser recuperados, desde el pasado 3 de agosto. Los especialistas de Conservartecuador realizarán procesos de desinfección, conservación y recuperación del patrimonio bibliográfico hasta diciembre.

Antes, el equipo especialista de la UCE se dedica a los análisis físicos, químicos y microbiológicos de cada uno de estos títulos para saber cuáles son los niveles de acidez del papel, con qué microorganismos se encontrarán. Con esa información se puede indicar el tratamiento para la respectiva intervención, apunta Gaibor.

Los daños más evidentes están en las pastas.

Los daños más evidentes están en las pastas.

Visualmente es fácil ver que los libros tienen una afectación: se aprecian manchas amarillas y hongos, producto de ataques microbiológicos, indican los expertos.

También hay roturas en las pastas y en el cuerpo mismo de los libros. Para subsanar esto último, afirma Gaibor, se pueden hacer injertos con papel japonés o de otros tipos, y recubrir las pastas y las guardas. A más de otros detalles a los que, como si fueran un paciente en el quirófano, serán sometidos por varios meses.

Dentro de estas tres colecciones patrimoniales hay libros desde 1485 hasta 1800, y el más antiguo consta de unas minibiografías de santos religiosos de la época y está escrito en latín, cuenta Gaibor.

También están 25 libros que fueron de propiedad de Espejo que, con su dinero, los había comprado y en cada uno escribió, con su puño y letra, su firma original y su profesión en la parte superior del libro o contraportada.

A él siempre le interesaba la astronomía, la física, la química porque, asegura Gaibor, el prócer quiteño “intentó salir de ese oscurantismo que se vivía en la América Latina de aquel tiempo”. En uno de esos documentos escrito en griego, ‘El Duende’ (como llamaban a Espejo) anotó un análisis a pie de página.

El trabajo para rescatar a esos tesoros será in situ. El personal de la Fundación estará todos los días dale y dale al rescate de ese patrimonio y los detalles los registrará en una bitácora. Mientras que los técnicos de la UCE asistirán tres días a la semana para coordinar las tareas de laboratorio, conservación y automatización de la colección.

Una vez culminado el proyecto, todo el proceso se registrará en un sistema de conservación que la Universidad Central ha denominado Tabula, allí se incluirán todos los datos desde el diagnóstico del libro, los exámenes realizados, la intervención que se haga y la ficha catalográfica para que sea visualizada por todo Dios.